Este sábado recibimos una perfecta lección de cómo controlando conceptos básicos del fútbol sala, se puede sacar mucho rendimiento.
Jugamos contra un equipo sin cambios, pero muy conscientes de cuales eran sus armas. Buena técnica individual y velocidad. Y simplemente con dos cosas ( y mucho demerito por nuestra parte, evidentemente) consiguieron llevarse los tres puntos. Paredes cortas, y finalizar todas las jugadas. Ese es el resumen de todo lo que hizo el rival el sábado. Paredes que no supimos contrarestar por diferentes motivos: velocidad del rival, pista resbaladiza, pero sobretodo porque no defendimos como un equipo. Sin ayudas, coberturas, trabajo en equipo… no deja de ser un 1x1 y que gane el mejor. Y en eso era mejor el rival. No funcionamos como equipo en ningún momento. Y a pesar del cansancio del equipo rival por no disponer de cambios, no supimos sacarle provecho.
Hasta ahora no he hablado de cómo nos defendieron. De hecho casi no es preciso, porque no tuvieron que hacerlo mucho. Las pocas veces que triangulamos y combinamos como equipo (una vez más el mismo lamento) superamos al rival sin muchas dificultades. Pero eso ocurrió muy pocas veces en todo el partido. Y si a eso le sumamos, que este equipo empieza a padecer un mal endémico que nos impide finalizar las jugadas (un día de estos vamos a ir pasándonos el balón hasta la ducha), nos da como resultado el 5-2 final.
Podríamos maquillarlo diciendo que uno de sus goles viene en superioridad por una expulsión, o que fallamos un penalti. Pero eso sería poner paños calientes.
Se puede perder. Se puede jugar mal, o muy mal incluso. Pero lo que nunca debemos perder, es el concepto de equipo: atacamos 4 y defendemos los 4.
En fin. Debemos seguir aprendiendo y madurando como equipo. Lecciones duras, pero espero que den su fruto en un futuro. Por ejemplo, este sábado, ganando los tres puntos.
Ánimo equipo.
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