Munich 1- AE Xarxa B 1

Este fin de semana hemos disputado un partido de esos de los que se debe aprender cosas. Nos enfrentábamos a un antiguo rival, que no ha variado lo más mínimo su forma de jugar en los últimos años. Equipo cerrado con contras peligrosas, o jugadas a balón parado para su “eterno” capitán (y digo eterno, porque yo ya recuerdo haber jugado contra él. Así que mi admiración por saberse mantener tan bien).



La lección de esta semana nos ha vuelto a costar 2 puntos (nos están saliendo muy caras las lecciones este año). En pocos minutos, constatamos que la tónica iba a ser la que se esperaba: un equipo bien cerrado, buscando errores en ataque para contratacar. Así que hacía falta mucha paciencia y circulación rápida abriendo espacios. Lo primero si que fuimos capaces hacerlo. Lo de mover rápido y abrir espacios, se nos atragantó un poco más. Teníamos la posesión de balón, pero sin crear excesivo peligro. Y en alguna mala elección nuestra en ataque, nos llevamos algún susto. Así que con más posesión que juego, llegamos al final de la primera parte con el 0-0 inicial.

En la segunda empezamos a crear más ocasiones. Abríamos más la defensa rival, lo que nos dio más opciones para empezar a finalizar jugadas. Y fruto de ese cambio conseguimos marcar el primer gol. Habíamos hecho lo más difícil, que era ponernos por delante. Y aquí viene la lección. Con el 0-1 parecía que ya habíamos ganado el partido: error. Desconectamos, bajamos de intensidad y empezamos a complicarnos la vida con la posesión de balón. Perdimos la posesión, empezaron a llegar las ocasiones del rival, y finalmente… llegó el empate.



Podríamos hablar de la clara ocasión para el 0-2, o del clarísimo penalti que el árbitro no pitó. Pero sería engañarnos. Porque si hubiéramos mantenido el ritmo y concentración anteriores al gol,… habría ido de otra manera. Sigue habiendo margen y tiempo. Pero hay lapsus que ya no nos podemos permitir.